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Hoy escribes tú

El grifo y el reencuentro

Andrés Amorós y Nuria Richart nos leen dos nuevos relatos: El Grifo y El reencuentro.

Hoy escribes tú, El grifo y El Reencuentro

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El grifo

He buscado por todos los rincones de la casa y no he encontrado rastro de mí. Han desaparecido los retratos, las fotografías, las cartas, mis libros, el cepillo de dientes, los zapatos. Incluso, se han esfumado el ordenador y unos negritos de cartón piedra que nos regaló mi madre cuando nos casamos. Hasta las camisas y las corbatas han abandonado el armario. Entonces, me he puesto a buscar tus cosas por si nos habían robado o habías decidido que nos cambiáramos de casa sin consultarme. Tampoco había rastro de ti. Aturdido, he abierto el grifo y he cerrado la puerta. Dejaré que se ahoguen dentro los recuerdos.

Pablo de la Rúa
 

El reencuentro

Después de muchos años había sentido la necesidad de volver a visitar aquella casa donde había transcurrido su niñez y su primera juventud.

Recorrió despacio las habitaciones, acarició con suavidad los muebles cubiertos de una pátina de polvo, se detuvo ante las fotos familiares. Al abrir un cajón olvidado, descubrió una vieja petaca de su padre que aún contenía un poco de tabaco, ya reseco, una pequeña libreta de notas, un peinecillo de su madre...

Ya era casi de noche, se acostó en su habitación, en su cama de siempre, que olía un poco a humedad a pesar de las sábanas limpias y bajo aquel cuadro de la Virgen que acompañó sus sueños de niña. Durmió profundamente y despertó temprano, cuando aún el sol no había rebasado la barrera de los árboles del monte.

Salió de la casa despacio, como con miedo de romper la magia. Recorrió las calles lentamente, pisando las piedras planas como hacía de pequeña... El río se deslizaba alegre, el aire olía a hierba verde... un olor especial que ella percibía más con el corazón que con los sentidos.

Alguna vez, en el transcurso de aquellos años pasados lejos había pensado en volver para quedarse, pero temió que después de tanto tiempo aquello le resultara extraño y casi desconocido. Pero ahora, envuelta en aquel olor fue consciente de cuanto lo había echado de menos y sintió con gran fuerza la sensación de que había vuelto a casa.

Pensó en lo cercana que estaba ya la romería de la Virgen, y así, con un brillo de resolución en los ojos dio la vuelta en dirección a "su casa". Tenía mucho que hacer...

Maribel Egido Carrasco

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