Antonio Rebollo fue el encargado de encender el pebetero en los Juegos Oímpicos celebrados en Barcelona en 1992. "Recuerdo ese momento con mucho cariño", dice el arquero que enmudeció al mundo entero. "Después de lanzar la flecha no me dio tiempo a pensar mucho. Durante el lanzamiento, tuve mucha responsabilidad. Tuve que realizar un tiro perfecto que por suerte salió bien. Estuve muy concentrado".
Antonio ha recordado el momento en el que le comunicaron que iba a ser el encargado de encender el pebetero: "Me lo dijeron un par de horas antes. Estaba con otra persona que también habían puesto para que entrenáramos y cuando me dijeron que iba a ser yo cambié el chip. Empecé a hacer mis ejercicios mentales porque no quedaba mucho tiempo".
Antonio Rebollo dice que en su opinión no ha habido otros Juegos Olímpicos tan buenos como los de Barcelona. "Me hace ilusión y disfruto todos los Juegos pero como las Olimpiadas de Barcelona '92 no ha habido ninguna. Que me perdonen los demás países. Aquello fue un cambio radical. Fue conseguir que el mundo olímpico volviera a ser creíble, que no fuera deficitario. Fue una innovación en cuanto al espectáculo que se formó y, sobre todo, en cuanto a la forma de encender el pebetero".
El arquero ha recordado lo que sintió los momentos antes de lanzar la flecha. "No se me pasó por la cabeza que tenía que dar sí o sí. Eso no se puede pensar. Estaba pendiente del tiempo que tenía que dejar que se quemara la flecha. Si la tiraba antes se apagaba y se la tiraba después también. Además, tenía que coincidir con la música. No dio tiempo para nada más".